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Anécdota Alcaravanes

En los inicios del Colegio Alcaravanes, ocupábamos una sede en sector de Pilarica en Medellín, allí vivíamos un proceso de descubrir, conocer y entender los comportamientos de los estudiantes que ingresaban con el rótulo de especiales.

Ana María, una chica con síndrome de Down me esperaba una mañana en la
puerta de mi oficina, “cita” fue la palabra con que me abordó. Listo Ana ven
conversemos ya, ¿Qué se te ofrece?

“Gloria (directora de grupo) ¡Mala, échala!”, me respondió.

A continuación, enumeró el nombre de varios profesores dándoles el mismo
calificativo y haciéndome la misma recomendación.

Dos profesores: Oscar y Virginia eran los de su preferencia, al preguntarle por
ellos, su respuesta fue la misma. Me atreví a preguntarle por mí y su respuesta no
cambió. Simplemente le dije: de acuerdo con esto, lo mejor es “apague y
vámonos”. Por el momento vete a tu salón.

A mitad de la mañana se presentó una familia interesada en el colegio y
recomendada por los padres de Ana María ya que su hijo tenía la misma
condición. Les entregue la información solicitada y luego les dije que sería bueno que ellos escucharan a Ana María y su apreciación sobre el colegio. 

Ana, le dije, esta familia está interesada en el colegio para su hijo, ¿tú les puedes
decir algo sobre el colegio? ¡Excelente! fue su respuesta. Cuéntales, ¿cómo te
parecen los profesores? “Muy buenos, saben mucho”. Y tus compañeros, ¿cómo
se portan contigo? “Muy bien”

 Conclusión: Me la jugué pero la gané.
Autor: María Cristina Gómez de Gaviria,
 rectora vitalicia

1 comentario en «Anécdota Alcaravanes»

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